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Todo lo que hay en este blog es literatura. Puede ser interpretada como se quiera, por ende y todo lo que se diga al respecto será respetable y respetado. Es por eso que pido a los lectores y visitantes de este blog que comenten; lo que les parezca, "su opinión nos interesa".



Además me gustaría aclarar que toda la producción publicada en este blog no es mía propia, sino que en todo me ayudó, poco más o poco menos, pero siempre significativamente, Hernán Tenorio.



jueves, 11 de diciembre de 2014

El amante de la China del Norte. Marguerite Duras

Esta reseña empieza diferente a las anteriores. No voy a decir que es una novela escrita en 1990 por Marguerite Duras, escritora francesa, nacida Marguerite Donnadieu en la colonia francesa de Indochina, actualmente formada por Camboya, Laos, Birmania, Tailandia y Vietnam, escenario donde transcurre la acción. 
                Voy a decir que el libro estaba en mi casa. Que yo no lo compré, o por lo menos no intencionalmente. Puede que fuera de mis padres y haya caído en mis manos de casualidad. Antes de leerlo, no tenía idea de quién era su autora, ni nunca había oído hablar de ella o del libro. Sí había oído hablar, en cambio, de la corriente del Nouveau Roman, o del Objetivismo Francés y estaba interesado en conseguir algún libro de ellos (sobre todo de Robbe-Grillet), para ver por fin cómo plasmaban en el papel esa propuesta tan interesante: para poder concebir, imaginar, a un narrador objetivo, casi como un ojo, solo una perspectiva narrando la percepción no de las cosas sino de los escorzos, la descripción de lo que entra en un campo visual bien determinado, sin interpretación ni introspección, sin exceder a lo que desde un sitio se puede ver. Un narrador cinematográfico.
               Cuando me enteré de que Marguerite Duras era, sino un miembro vitalicio del grupo, una escritora muy cercana, con aportes notables, al Nouveau Roman, no dudé en ponerme a leer el libro. Con la emoción del descubrimiento de un escritor totalmente nuevo, con la intriga y la ignorancia, leí el libro en dos días. Después del primer día, busqué en internet algo más de información del libro y de la autora porque formalmente me pareció de lo más original. Y no por el narrador objetivista, inédito para mí, sino por estar lleno de oraciones como estas:

“Ella es la que no tiene nombre en el primer libro ni en el que lo había precedido ni en éste”

“Es un libro.
Es una película.
Es de noche.
(...) La voz que habla aquí es, escrita, la del libro.
Voz ciega. Sin rostro.
Muy joven.
Silenciosa.”

“En la película, no se llamará por el nombre este vals. En el libro, aquí, diremos: el Vals desesperado. (…) A la chica, en la película, en este libro, aquí, la llamaremos la Niña.”

“De la limusina negra acaba de salir otro hombre que el del libro, otro chino de Manchuria. Es un poco distinto al del libro: es más robusto que él, tiene menos miedo que él, más audacia. Tiene más belleza, más salud. Es más 'de cine' que el del libro. Y también se muestra menos tímido que él ante la niña.”

          ¿De qué libro? ¿De qué película habla este narrador? Me pareció genial, originalísimo. Un libro que se diferencia constantemente de sí mismo, se desmiente, se contradice, se admite ficcional y arbitrario. Un libro que dice que aquí, en el libro, este personaje es en realidad distinto al del mismo libro. En la película será también distinto a como se cuenta aquí en el libro. Esta diferencia entre el libro y la película también está plasmada en varias notas al pie en las que se lee “En caso de película, este detalle se reproduciría cada noche cuando volviera la niña (…)” o “En caso de película, todo ocurriría así mediante la mirada. El encadenamiento sería la mirada. Los que miran son mirados a su vez por otros (…)”. Si uno lee el libro como un libro, debe leerlo de una manera; en caso de leerlo como una película, hay que imaginarlo de otro modo. O esa fue mi lectura al principio. Después, leyendo un poco sobre la autora, y sobre la novela, me enteré de que El amante de la China del Norte era una historia casi autobiográfica, una reescritura (con motivo de la muerte de la persona real en quien se inspirara el personaje masculino) de su novela El amante, publicada seis años antes. Además, también me enteré de que apenas un año después de la publicación de esta novela, Jean-Jacques Annaud realizó la adaptación al cine, siguiendo las indicaciones de la autora quien, además de escritora, fue guionista y directora de cine.

                En ese momento, supe que estaba frente a dos formas de leer la novela, frente a dos novelas totalmente distintas. Una, es una historia que se admite ficcional y se niega a sí misma, que propone variantes y se contradice y se vuelve nocturna, película y libro. Otra, es una reescritura de otra novela, una corrección más adecuada a la realidad, y, a su vez, una anticipación, una previsión de la inmediata adaptación cinematográfica con sus respectivas acotaciones (no vaya a ser que...). Ésta, una novela que clausura, acota el sentido. Aquella, una que lo abre hacia la poesía, hacia la contradicción y la diferencia consigo misma. Está en cada lector elegir cuál novela prefiere leer.


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