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Todo lo que hay en este blog es literatura. Puede ser interpretada como se quiera, por ende y todo lo que se diga al respecto será respetable y respetado. Es por eso que pido a los lectores y visitantes de este blog que comenten; lo que les parezca, "su opinión nos interesa".



Además me gustaría aclarar que toda la producción publicada en este blog no es mía propia, sino que en todo me ayudó, poco más o poco menos, pero siempre significativamente, Hernán Tenorio.



lunes, 5 de julio de 2010

Ex falso sequitur quodlibet

"Como se recordará, le había preguntado si
seguía durmiendo y ahora escuché:
-Sí... No... Estuve durmiendo...,
y ahora..., ahora..., estoy muerto"
Edgar Allan Poe

Todo empezó cuando trajimos a Bronislao a casa. Obviamente que para traerlo tuvimos que hacer grandes cambios: pusimos una red en el patio para que junto con las paredes y el piso formaran una jaula gigante; tuvimos que ponerle un mosquitero a la puerta del patio y las ventanas de las habitaciones quedaron clausuradas. Y todo para que Bronislao no se escapara.

Algo parecido había pasado antes con el zorzal, pero ni tiempo de ponerle nombre tuvimos que mi papá ya lo había soltado. “Me da lástima verlo enjaulado” había explicado. Por eso mismo cuando en la forrajería vio a Bronislao por primera vez no sólo se indignó completamente, sino que empezó a planear la manera de traerlo a casa. “Está en una jaula tan chiquita que casi no le entra el pico” nos contó. Esa semana sólo hablamos del tucán y de lo que tendríamos que hacer para traerlo a casa e intentar darle una existencia un poco más digna. Obviamente que soltarlo no podíamos. Se iba a morir en seguida.

Todo iba bien: ya habíamos puesto la red en el patio, ya le habíamos construido un nido con cañas, ya habíamos puesto el mosquitero en la puerta. Apenas mi papá llegó con la jaula (que de verdad era muy chiquita), lo soltamos en el patio donde el pájaro voló hasta posarse en la rama del jacarandá. En seguida decidimos que lo íbamos a llamar Bronislao. Ahí fue cuando empezó todo. Ver al tucán posado en la rama del árbol desde mi habitación era nuestro pasatiempo más divertido. Pero mi mamá se imaginaba cosas raras. Al principio no tanto: solamente se preocupaba porque estaba por llegar el invierno y no sabía si el bicho, acostumbrado al clima tropical de Misiones iba a sobrevivir al frío del conurbano bonaerense. Pero después, a medida que iba pasando Junio decía que podía sentir el frío y el miedo de Bronislao, que lo podía ver en sus ojos y en sus plumas. Decía que sentía el sufrimiento del animal y que lo podía ver en el pico, que de a poco iba perdiendo su naranja natural. A mí no me parecía menos naranja. “O se muere o no se muere” sentenció mi hermano. Y tenía toda la razón.


Una tarde cuando volví a casa, entre mi hermano y mi papá estaban volviendo a colgar la red del patio. “La sacó tu mamá porque se sentía mal por Bronislao. Y lo raro es que en vez de escaparse se fue volando a su nido.” Era doce de Junio. Mi mamá seguía con que el pico y las plumas se le estaban aclarando con el frío. (Todos los cuervos son negros). A mí me pareció que era a ella a quien le estaba creciendo un pico de tucán. El pájaro seguía lo más bien e incluso algunas noches lo dejábamos entrar a pedido de mamá para que no sufriera tanto el frío que ya se hacía sentir bastante. De día, cuando había sol, Bronislao prefería posarse en la rama del jacarandá. “Pobre, debe estar muerto de frío; casi que no se mueve”. Ya era dieciocho de Junio y seguramente algo de razón tendría mamá. Hacía frío y el tucán no podía no sentirlo. Eso la ponía muy mal. La noche del diecinueve hizo muchísimo frío y Bronislao la pasó adentro, en el comedor. A la mañana hicieron casi cinco grados bajo cero y mamá se despertó muy enferma, con fiebre y mucha tos. Bronislao se quedó adentro todo ese día y ella no se levantó de su cama. El día pasó rápido y la fiebre no bajaba. Incluso subía y le provocaba alucinaciones. Imaginaba que hablaba con el tucán y le pedía que se fuera, que la dejara vivir en paz. Y él le pedía a ella que la dejara ir, que lo dejara vivir en libertad. A la noche papá la llevó al hospital. A las once llamó para avisar que le habían dado una inyección y se le había ido la fiebre, pero que por las dudas iban a quedarse hasta la mañana, por si volvía. En el comedor, Bronislao empezó a hacer ruidos extraños. Era casi medianoche. Mi hermano y yo nos miramos. Habíamos estado tan preocupados por mamá que no nos habíamos dado cuenta del tono ceniciento del pico del tucán. Tampoco nos habíamos dado cuenta de darle de comer en todo el día; ni siquiera nosotros habíamos comido. Le acerqué una naranja, pero no la quiso. Después una manzana y tampoco. Cuando me fui a buscar alguna otra cosa para darle, mi hermano pegó un grito: Bronislao se estaba prendiendo fuego. Eran las cero horas del veintiuno de Junio y mi hermano y yo veíamos, perplejos, cómo nuestro tucán se consumía en un fuego tan inexplicable como implacable. Fue todo muy lento y nadie hizo absolutamente nada. Solamente el fuego, que hizo lo suyo. El tucán, que había estado posado sobre una silla ya no estaba más, y el respaldo estaba un poco quemado. Solamente había sobre la silla un montoncito de cenizas y un huevo bastante grande. Mi hermano y yo nos miramos. “¿Qué hacemos ahora?” pregunté. “Ya sé” dijo él agarrando el huevo y yendo para la cocina. Prendió la hornalla, buscó una sartén y con una voz irreconocible me pidió que le alcanzara el aceite.

4 comentarios:

  1. previo a disponerme a leerte te digo:
    Te extraño mucho!

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  2. No era un Tucan, era un fenix.
    Me gusta mucho tu estilo Evan realmente. Ojala puedas participar en Mermelada.
    Un abrazo.

    pd: tu escirto me hizo acordar a un poema de Jaques prevert, te lo voy a pasar despues.

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  3. Iván: siempre un placer leerte. Muy buena la nueva estética, pero no será mucho las palabras que me dedicás: el señor está en el cielo!!!!!!

    Un abrazo

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  4. estaba estudiando lógica para la facu, buscando la regla de ex falso sequitur quodlibet, y caí acá.
    generalmente cuando me doy cuenta de que la página no tiene nada que ver con lo que buscaba, la cierro.
    pero no pude parar de leer
    por favor, siga así

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