Me pareció escuchar en la radio: “¿Quién soy?”; pero imposible: la radio no me habla en primera persona. Seguro lo imaginé. Pero así comenzó mi viaje, mi inquisición, mi auto-inquietud, si es que no toda inquietud es inquietud de sí. Y se me ocurrió preguntarme, primeramente, sobre la extraña relación existente entre mí mismo y una nota musical, o una afirmación que también puede ser nota musical y tantas otras cosas, pero como era de preverse esa reflexión sólo llevó a una introspección en la que menos se debatía sobre mi persona que sobre aquellas otras relaciones mucho más interesantes y extrañas como, por ejemplo, la inapelable relación entre las nueces y el ruido; entre los pájaros y las manos; entre la esquina y la lluvia y entre el ocho, unos broches y un culo…
Pero seguro alucinaba, seguro no escuché eso en la radio; probablemente hubiera escuchado Tía Carola, que no sólo es nombre de vieja chota, sino que encima es nombre de solterona, porque es tía y no madre Carola o abuela Carola; aunque tal vez el chota en el “vieja chota” no tenga nada que ver con un pito y sea una metáfora de solterona, aunque parezca medio contradictorio llamar a una persona que probablemente no vea una chota hace décadas, “vieja chota”; parece un poco irónico, aunque si la vieja chota no ve una chota seguro necesite anteojos y un buen macho que se la empome; o no, ya me perdí. Probablemente hubiera escuchado alguna otra cosa en la radio. Mejor no prestarle tanta atención, sobre todo porque tiende a ser bastante aburrida cuando está apagada y desenchufada. “¿Quién soy? Tía Carola.”. Tía Carola la chota, tía Carola.
Mi auto-inquisición, además de haberme hecho dar cuenta de que tía Carola las pelotas, o la chota, que da lo mismo, me llevó a un lugar espeso y licuado; mucho calor, mucha humedad y un galpón a la derecha y las vías a la izquierda. En el medio una calle, rodeada de dos veredas. Yo en la vereda que da al galpón. Yo, sujeto, empírico, sujetado, licuado, encadenado, insubordinado, desordenado, gu-ber-na-men-ta-li-za-do (menta-mental). No sé bien cuál es el alcance de mi discurso y decido reflexionar sobre mis propias limitaciones: INSUBORDINADO. Más que una época, es una actitud; más que una epokhé (epokhe) es yba actitud, lo mismo que ir caminando por una vereda, la vereda que da al galpón, y doblar a la izquierda en una calle con el nombre de un barco con el nombre de un presidente; e ir a ese pueblo, tan lindo, tan bonarense, tan pampeano, tan intelectual. (tal vez en griego ni lo entiendan, así que acá lo transcribo: más que una epokhé (epokhe) es una actitud, lo mismo que ir caminando por una vereda, la vereda que da al galpón, y doblar a la izquierda en una calle con el nombre de un barco con el nombre de un presidente; e ir a ese pueblo, tan lindo, tan bonarense, tan pampeano. (tal vez en griego ni lo entiendan, así que acá lo transcribo:
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