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Todo lo que hay en este blog es literatura. Puede ser interpretada como se quiera, por ende y todo lo que se diga al respecto será respetable y respetado. Es por eso que pido a los lectores y visitantes de este blog que comenten; lo que les parezca, "su opinión nos interesa".



Además me gustaría aclarar que toda la producción publicada en este blog no es mía propia, sino que en todo me ayudó, poco más o poco menos, pero siempre significativamente, Hernán Tenorio.



martes, 9 de agosto de 2011

El crimen perfecto




























[1] Tengo que hacer una aclaración acerca de este cuento: habiendo leído a Macedonio Fernández y habiéndome maravillado por su estilo de escritura, quise copiarlo y comenzar la historia no desde el principio; intenté saltearlo y comenzar el cuento desde algún lugar del medio: leyéndolo a él, este artificio parecía muy fácil de lograr. Sin embargo no pude (tal vez por falta de claridad Metafísica): cada vez que me disponía a escribir este cuento, necesariamente tenía que empezar por el principio, seguir por el medio y concluir en el final. De cualquier forma, obstinadamente, me aferré a esta idea que había tenido y que no pude lograr, por la que a este cuento no sólo le falta el principio, sino que también le falta el cuento.
Hay algo más que a este cuento le falta: conocimiento. Este factor también influyó en la carencia de cuento. No conozco a nadie que me pueda informar sobre las leyes nacionales, federales, provinciales y de la ciudad de Buenos Aires, y me falta decisión para consultar en la Constitución o donde sea que se encuentren estas leyes; es así que no sabría afirmar certeramente si, al ser encontrado un cadáver en el medio del riachuelo, es la justicia nacional, la provincial o la de la ciudad la que se hace cargo del caso, o ninguna de ellas: tal vez haya que esperar a que el cuerpo se acerque flotando a la orilla de la capital o hacia la de la provincia para que las respectivas autoridades se hagan cargo del caso de homicidio. ¿Y si el cuerpo de la víctima se decidiera a flotar exactamente en el medio del riachuelo eternamente? ¿Quedaría el caso judicial estancado (como el cadáver), ya que ninguna autoridad se haría cargo de él? ¿Se convertiría el asesino en un perfecto criminal, capaz de burlar a la justicia y escapársele? No sabría responder.
Por el momento, lo único que sé es que este cuento (ignorante, carente no sólo de principio, sino que también de cuento) no puede contar la historia del crimen perfecto por ignorancia y deficiencia del autor.
Iván Barbagallo

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